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miércoles, 1 de julio de 2009
Desarrollo en los países del Sur
Hace unos años el escritor Mario Vargas Llosa ponía el dedo en la llaga sobre el subdesarrollo en los países del Sur. Mantenía que el método para aliviar la pobreza no consistía en la continua ayuda de los países ricos del Norte..….
(...) No es cierto que los países ricos lo sean porque los otros son pobres y, a la inversa, que la miseria del Tercer Mundo sea resultado de la afluencia del Primer Mundo. Eso fue cierto, y de manera bastante relativa, en el pasado. En el presente no lo es. Y nada hace tanto daño a los países atrasados y misérrimos del planeta como esta falsa doctrina, que los exonera de su culpa en lo que respecta a su condición y transfiere toda la responsabilidad del hambre y el desamparo que padecen sus pobres a los países desarrollados, los que se alimentarían de ellos succionándoles la riqueza, como los vampiros a sus víctimas. Pues, si esto fuera así, no habría esperanza para ellos, y no les quedaría otra alternativa que llorar y apiadarse de su suerte, o vociferar contra el malvado Occidente, mientras, con la mano extendida, esperan pasivamente que aquellos vampiros que les chupan la sangre se compadezcan, dejen de hacerlo y vengan más bien con sus ayudas a desempobrecerlos y desarrollarlos.
La verdad es que, hoy en día, la pobreza se produce, al igual que la riqueza, y que ambas son opciones al alcance de cualquier pueblo. Y que muchos países subdesarrollados, debido a la infinita corrupción de sus clases dirigentes, a la demencial dilapidación de sus recursos y a las insensatas políticas económicas de sus Gobiernos, se han convertido en unas máquinas muy efectivas de producir esas condiciones atroces en las que viven sus pueblos. Atención: sus pueblos, no sus dirigentes, los que a menudo disfrutan de la opulencia.
(...) La verdadera ayuda al Tercer Mundo no es la dádiva, por más noble y bienintencionada que sea la voluntad con que ésta se dé. La triste realidad es que, en la mayoría de los casos, esta ayuda no va a parar a la boca de los hambrientos a quienes se quiere ayudar, ni a los enfermos devorados por las pestes y sin hospitales, ni a los campesinos sin semillas ni tractores, sino a los bolsillos de los dictadores y jefezuelos, cuando no se la roban y la regresan a los bancos occidentales donde tienen sus cuentas, se la gastan en comprar armas para entrematarse a fin de conquistar el poder o eternizarse en él.
El verdadero servicio que el Occidente democrático debe prestar a esos pueblos tiranizados y saqueados del Tercer Mundo es ayudarlos a sacudirse de sus tiranos y saqueadores, pues estos son obstáculo principal para romper el círculo infernal de la pobreza, y comerciar con ellos, abriéndoles esas fronteras que todavía se hallan cerradas, o entreabiertas, en Europa como en Japón o en Estados Unidos, para tantos productos de los países en vías de desarrollo.
 
Escrito por: IDC Murcia a las 7:28
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